Este domingo se cumplen 55 años de la muerte del más importante personaje histórico del cine nacional, Pedro Infante, quien tuvo una intensa relación con la isla de Cozumel, a la que visitaba frecuentemente y donde tenía amigos y socios; de hecho, murió volando un avión que era propiedad de una empresa en la cual era accionista el empresario cozumeleño don Nassim Joaquín Ibarra.
Pedro Infante Cruz, nacido en 1917 en Mazatlán y criado en Guamúchil, Sinaloa, en la costa del Pacífico mexicano, murió un 15 de abril de 1957 en la ciudad de Mérida, Yucatán, donde el avión carguero que tripulaba como copiloto, se vino abajo a poco de haber despegado, matando también al capitán Víctor Vidal, el mecánico Marciano Bautista y, en tierra, la señora Ruth Rosell y el niño Baltasar Martín.
En Mérida hay una placa que recuerda el lugar de la tragedia y una estatua en la que aparece Pedro Infante montando un caballo.
El ídolo del cine nacional venía con frecuencia al sureste del país y tenía una relación cercana y especial con la isla de Cozumel.
Según nos lo ha contado amablemente el propio don Nassim Joaquín; Pedro Infante venía a la isla y se hospedaba en casa de su familia, siendo un gran amigo de su madre, doña Rosa Ibarra, quien le facilitaba alojamiento.
La familia Joaquín operaba el cine del mismo nombre en el centro de la ciudad, más o menos en la zona que está actualmente frente al muelle San Miguel.
En ese cine, se llegó a dar el caso que, cuando estaban pasando alguna de las muchas y muy gustadas películas de Pedro Infante, de pronto se interrumpiera la función, se prendieran las luces y, cuando la gente empezaba a protestar y a rechiflar al técnico del proyector, aparecía de pronto por un lado Pedro Infante cantando la canción de la película a capela con toda la sorprendida gente del cine, con quienes convivía y daba autógrafos.
También existen testimonios en el sentido de que aparecía de pronto por la entonces casi virgen isla de Cozumel, que ya tenía el aeropuerto, acompañado de despampanantes mujeres, frecuentemente artistas famosas, con quienes tenía aquí encuentros románticos.
Fue muy amigo de la isla, incluso tuvo la intención de adquirir alguna propiedad, pero la muerte lo sorprendió a los 40 años de edad y lo congeló en la imagen del ídolo siempre sonriente y galán que todos recordamos.
A pesar de haber sido Cozumel un lugar importante en la vida personal del ídolo popular de más perdurable memoria en todo México, la isla no explota turísticamente esa relación y no existe una estatua o siquiera una placa alusiva al personaje en toda la ciudad y de hecho, su paso por aquí, para los más jóvenes, es prácticamente desconocido.
En lugar de recuperar esas historias que sí le pertenecen a Cozumel, se ha preferido colocar estatuas que aluden a situaciones y personajes que no necesariamente tuvieron una verdadera presencia histórica en la isla, pero eran del agrado del gobierno en turno, como la estatua del capitán Garfio que pusieron en Mezcalitos, y que nadie extraña tras más de un año de haber caído de su pedestal por un mortal accidente.
En cambio, en la comunidad de Isla Arena, municipio de Calkiní, Campeche, a donde también gustaba de ir el famoso actor y cantante, que era igualmente un activo piloto aviador, no sólo hay una estatua, sino que hay todo un museo dedicado a Pedro Infante –construido con dinero de la API de allá que no es, ni con mucho, tan próspera como la de acá- y la imagen del legendario carpintero de Guamúchil, es el centro de toda una estrategia de promoción que beneficia, directa o indirectamente, a todos los habitantes.
Fuente: Por Esto!
16 de abril de 2012
Pedro Infante, gran recuerdo de Cozumel
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