9 de marzo de 2011

Reflexiona una trabajadora doméstica que sufre de una discapacidad, quien sacó adelante a sus hijos.

Irma tiene 48 años de edad, sufre de una discapacidad producto de un accidente y se gana la vida trabajando desde los 13 años. Sólo estudió hasta la primaria. Sus ingresos principales los obtiene de su labor como trabajadora doméstica.

No cuenta con seguro social, seguro de desempleo y se mueve de casa en casa en las que trabaja con una vieja bicicleta que compró con muchos esfuerzos.

Prácticamente sola sacó adelante a sus dos hijos, luego de que el padre de estos los abandonara un día.

Hoy sus hijos le ayudan con los ingresos familiares permitiéndole descansar los fines de semana, cosa que por muchos años no pudo hacer para poder mantenerlos.

Irma, no sabe que el 8 de marzo se festeja el "Día Internacional de la Mujer".

Ella como millones de mujeres en México tiene que trabajar para poder tener alimentos en su mesa todos los días.

Irma Esther Yam Tec, es mejor conocida como "Doña Irma" por aquellas personas a las que ayuda con las labores del hogar. Su trabajo es silencioso. Llega temprano para provechar el día, pero cuando se va de una vivienda, se hace notar su mano.

Lo mismo lava ropa que limpia pisos, trabajo que le permite vivir si no con lujos, sí dignamente.

A la edad de 13 años comenzó a trabajar, la necesidad era mucha. Más tarde ya siendo mayor de edad entró a trabajar como camaritas en la rama hotelera.

Hace 10 años un conductor ebrio que iba al volante de una camioneta de la empresa Coca Cola la arrolló a su compañero de trabajo y a ella.

Pese a que iba ebrio las autoridades poco hicieron para que se proporcionara asistencia médica adecuada. Sus piernas quedaron fracturadas. La izquierda sólo colgaba de los músculos y la piel.

Los médicos del IMSS querían amputarla, pero sus familiares y jefes en su trabajo afortunadamente lo impidieron.

Cinco largos años le tomó ponerse de pie y volver a caminar con las secuelas que hoy presenta.

"En la cama y sin poder hacer nada, valoré muchas cosas. Sobre todo la salud y quién cuidaría de mis hijo que en ese tiempo eran niños. Gracias a Dios pude volver a caminar", expresa mientras se mueve limpiando todo a su paso por una de las viviendas de la colonia San Miguel, donde llega a trabajar.

Su honradez y forma de trabajar le ha hecho a doña Irma que sus clientes le tengan confianza total.

Afirma que le resulta mejor trabajar como empleada doméstica que hacerlo en una empresa que sólo le puede pagar un sueldo mínimo.

"Gano lo suficiente. No para darme lujos, pero sí mejor que en una empresa. La desventaja es que no tengo servicio médico, aguinaldo y otras prestaciones, pero mucha gente me ayuda cuando necesito algo. Creo que les caigo bien", dice tímidamente mientras limpia el sudor que le perla la frente. Todavía le falta la segunda planta de la casa y hay que aprovechar el día.

Aun tiene que visitar a sus padres, ambos adultos mayores que ya están muy enfermos.

¿Qué paso con el padre sus hijos Doña Irma?
Era embarcado, un costarricense. Venía cuando nació mi primer hijo (Roger), nos visitaba seguido. Después cuando nació Ángel, un día dijo que regresaría pero nunca lo hizo.

¿Se quedaron solos?
Sí. Desde entonces ellos fueron mi preocupación. Ahora ya son mayores y me apoyan con algún dinerito, pero yo tengo que seguir en la friega. No alcanza el dinero".

Doña Irma nunca ha sabido que el "Día Internacional de la Mujer" fue propuesta de la alemana Clara Zetkin, en 1910, durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague (Dinamarca).

La integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección fue una férrea defensora de los derechos de la mujer, su protección y su participación en asuntos nacionales e internacionales.

Se eligió el 8 de marzo, ya que en esa fecha en el año de 1857 un grupo de costureras en Nueva York, apoyadas por su sindicato, ocuparon la fábrica textil en donde trabajaba como medida de presión para exigir igualdad de salarios con los hombres y una jornada de trabajo de 10 horas.

Se dice que la respuesta de los empresarios de la fábrica fue violenta e incendiaron el edificio. Murieron 146 mujeres y muchas más resultaron heridas.

Irma Esther Yam quizá no sea un líder sindical como Clara, pero sí es una heroína para sus hijos y para muchas personas que la conocen.

Fuente: Novedades de Quintana Roo

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