3 de febrero de 2012

"Nos vamos a pique. Estamos a medio cantil"

"Nos vamos a pique. Estamos a medio cantil", fue la frase que se escuchó en la frecuencia de radio que utilizan los prestadores de servicios turísticos, alrededor de las 8:30 de la mañana del jueves 2 de febrero en Cozumel.

Después sólo hubo silencio. El contacto de la embarcación Living Underwater se perdió.

Los marineros y prestadores de servicios turísticos pensaban lo peor. Si la lancha se hundió a medio cantil, las corrientes la arrastrarían muy rápido. Se temía lo peor.

La Secretaría de Marina Armada de México movilizó dos lanchas interceptoras de Cozumel y una más proveniente de Isla Mujeres, de donde también se despachó un helicóptero para reforzar la búsqueda por aire.

Otras tres embarcaciones particulares de la Isla de las Golondrinas se sumaron a la búsqueda.

El grupo de náufragos se dividió. Dos se negaron a seguir nadando y a la postre fueron los primeros en ser localizados.

El rescate lo hicieron los tripulantes del yate "Ice", propiedad de un magnate ruso y que tenía ya dos meses en la isla y a quienes se les pidió apoyo.

El segundo llamado de auxilio lo recibe el propietario de la embarcación y éste a su vez alerta a la Capitanía de Puerto. Minutos después se pidió apoyo del Sector Naval Militar.

A bordo iban nueve personas, tres de ellas miembros de la tripulación contando buzos instructores, cinco buzos extranjeros y un mexicano.

Los sobrevivientes narraron que el barco hizo agua en segundos y se fue a pique en menos de un minuto.

Bollas, chalecos y hasta una nevera sirvieron de flotadores para mantenerse a salvo. Dos canadienses se separaron del grupo porque renunciaron a seguir nadando. Los restantes siete comenzaron a alejarse pero no llegaron muy lejos. El plan era tratar de llegar nadando a Playa del Carmen, cuya costa se veía en el horizonte.

Los minutos se hicieron horas y las corrientes los alejaban cada vez más. Para su fortuna el helicóptero propiedad del político y multimillonario ruso Suleiman Kerimov, que forma parte del equipo del superyate "Ice", los ubicó flotando en el mar gracias que uno de los buzos hizo señales con los estrobos de una cámara que portaba. Como señal de contacto hicieron sonar la sirena del yate.

Alrededor de las 13:30 horas transcendió que se les había rescatado. Los nueve estaban sanos y salvos camino a Cozumel.

Los primeros descendieron a las 13:45 de la tarde. Sus rostros mostraban sonrisas y ya en tierra se abrazaban unos a otros. Otros se cubrían el rostro con las manos y se las frotaban, como no creyendo que se encontraban en tierra.

Minutos después hablaron ante los reporteros. El primero fue Jorge Luis Pino Nah, quien se vio obligado a declarar. Se negó en tres ocasiones a dar su nombre.

En su versión de los hechos dijo que alcanzó a presionar el botón de emergencia en su radio antes de saltar al agua. La señal -dijo- se envía de forma satelital.

"Simplemente fue un accidente. La lancha es nueva", contestó cuando se le cuestionó qué había pasado y por qué se había ido a pique.

"No nos dio chance de hablar. En un minuto la lancha se fue al mar y sólo alcance a decir por la radio que nos hundíamos", fue parte de su versión que remató asegurando que su lancha era nueva.

Al momento de confrontarlo con la información de que la lancha ballenera es antigua, Pino aceptó que el fondo de cristal "se debió haber cambiado" y que la lancha tenía un dueño previo.

La investigación del accidente que les pudo costar la vida a las nueve personas, las hará la Capitanía de Puerto.

Los sobrevivientes de esta aventura que tendrán algo que contar a sus nietos, fueron sometidos a exámenes médicos de rutina.

Fuente: Novedades de Quintana Roo

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