24 de agosto de 2010

Anuncia Narcedalia ampliación de programa "ojo con tu antojo"

El pro­gra­ma “Ojo con tu An­to­jo”, que es lle­va­do a ca­bo por el Sis­te­ma pa­ra el De­sa­rro­llo In­te­gral de la Fa­mi­lia en el Es­ta­do, se ex­ten­de­rá aho­ra ha­cia las pri­ma­rias a par­tir de es­te ci­clo es­co­lar, to­do ello con el fin de re­for­zar el tra­ba­jo pre­ven­ti­vo pa­ra evi­tar em­ba­ra­zos a tan tem­pra­na edad.

Así lo dio a co­no­cer la pri­me­ra tra­ba­ja­do­ra so­cial en Quin­ta­na Roo, Nar­ce­da­lia Mar­tín de Gon­zá­lez, quién se­ña­ló que en es­te re­fuer­zo que se ha he­cho en los mu­ni­ci­pios, se ha plan­tea­do la apli­ca­ción del mis­mo en las pri­ma­rias, ya que es a par­tir de ahí cuan­do co­mien­za la edu­ca­ción se­xual, y es en don­de los maes­tros de­ben apli­car los cri­te­rios pa­ra im­pe­dir que alum­nas re­sul­ten em­ba­ra­za­das.

Es­te pro­gra­ma, el cual des­de su apli­ca­ción só­lo se efec­tuó en se­cun­da­rias y pre­pa­ra­to­rias, en es­ta oca­sión se apli­ca­rá en las pri­ma­rias, a fin de que los es­tu­dian­tes co­noz­can las con­se­cuen­cias so­cia­les y fí­si­cas que con­lle­va un em­ba­ra­zo en una edad es­tu­dian­til y con ello, evi­ten caer en la ten­ta­ción.

In­di­có que en cuan­to a la res­pues­ta que ha te­ni­do el pro­gra­ma, los alum­nos lo han to­ma­do muy bien y han res­pon­di­do po­si­ti­va­men­te al pro­gra­ma al mos­trar­se in­te­re­sa­dos, lo cual es bue­no de­bi­do a que de es­ta for­ma, se mues­tran más cons­cien­tes de las con­se­cuen­cias de un em­ba­ra­zo a tan tem­pra­na edad.

Sin em­bar­go, al­go en lo que fue en­fá­ti­ca, es en la ur­gen­te ne­ce­si­dad de que la edu­ca­ción se­xual se apli­que des­de el se­no fa­mi­liar, ya que de na­da sir­ve que se vi­si­te a los alum­nos acer­ca del te­ma, si en ca­sa no exis­te esa co­mu­ni­ca­ción en­tre pa­dres e hi­jos.

Por ello, con­si­de­ró que es ne­ce­sa­rio que exis­ta mas in­te­rés por par­te de los pa­dres de fa­mi­lia, pues de­sa­for­tu­na­da­men­te mu­chos an­dan mas ocu­pa­dos en di­ver­sas cir­cuns­tan­cias o en los pro­ble­mas co­ti­dia­nos, de­jan­do de la­do lo que su­ce­de con sus hi­jos cuan­do no es­tán en ca­sa, lo cual pue­de lle­gar a de­ri­var no so­lo en em­ba­ra­zos, si­no en vi­cios co­mo las dro­gas.

fuente: Diario de Quintana Roo

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