"Pensé que iba a morir en el mar, ya no podía sostenerme a flote tenia los brazos demasiado cansados para seguir luchando, pero llegó la ayuda de los navales y nos rescató", narró el mecánico Mario Basto Cáceres, de 29 años de edad, uno de los cuatro sobrevivientes del hundimiento de su lancha de recreo.
El día del naufragio no iba a acompañar a pescar con sus amigos, pero no sabían encender el motor y decidió acompañarlos para evitar algún inconveniente, esta decisión le pudo costar la vida y dejar en orfandad a siete hijos.
Una ola hundió la pequeña lancha con seis tripulantes, quienes no tenían puesto los chalecos salvavidas. Personal del Sector Naval Militar continúan realizando la búsqueda de los desaparecidos aunque sin resultados positivos.
La mañana del 19 de mayo, Edwin René Magaña Pool, le solicitó prestada su pequeña lancha para que saliera a pescar junto con otros cuatro amigos en la zona norte de la isla, ya que él no iba a acompañarlos porque quería pasar el día con su familia.
A las tres de la tarde, Edwin René Magaña, Liborio Humberto Cauich, Ricardo Alejandro Mora Cabal, Antonio Humberto Grajales Catzín y Ricardo del Ángel Mora Solís se trasladaron hasta la rampa ubicada en la zona norte del malecón de Cozumel.
Sin embargo, Edwin René no sabía arrancar el motor de la embarcación y Mario abordó la lancha para encenderlo, la cual se alejó de la orilla de la playa y decidió acompañarlos.
"Me dijeron ven a arrancarla y fui a encenderla, pero la lancha se alejó y pues ya no me regresé, les dije vamos a cotorrear ya que estoy acá... ellos iban a ir solos" (sic).
A las seis de la tarde únicamente pescaron un "Chac Chi" de 20 centímetros y observaron que se nublaba, por lo que decidieron retornar a la zona centro aún con medio tanque de gasolina.
Pero aumentó la intensidad del viento y una ola, de la cual no puedo precisar el tamaño, hundió la lancha a las 10 de la noche haciendo que cayeran al mar.
"Fue como si tuvieras un barquito en una bañera y le echaras agua con una cubeta", ejemplificó el suceso.
No les dio tiempo de reaccionar, agarrar los chalecos salvavidas o pertenencias como teléfonos celulares.
"Debimos tener los chalecos aunque sea incómodo, eso le pudo salvar la vida a los dos desaparecido y al fallecido", recalcó con un tono de frustración.
Después del naufragio, Edwin René y Liborio nadaron a la orilla, pero sólo el primero llegó y dio aviso a las autoridades.
El resto de los tripulantes se aferraron a la lancha semi hundida, pero Ricardo del Ángel Mora pereció por una complicación respiratoria.
Mario dijo que sentía que ya no podía soportar el dolor en los brazos y piernas por el esfuerzo físico, pero se encomendó a la Virgen de Guadalupe, imagen que porta en una medalla de plata para su protección.
Decidieron amarrar con una cuerda el cuerpo del fallecido, pero los amarres se soltaron y el cuerpo se separó de ellos sin que se percataran.
Hasta que fueron rescatados por elementos del Sector Naval a las 12 de la noche. Todavía tiene esperanza de encontrar con vida a su amigo Liborio y ha apoyado en los trabajos de búsqueda
Fuente: Novedades de Quintana Roo
1 de junio de 2012
Pensé que iba a morir en el mar: náufrago de Cozumel
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