12 de diciembre de 2010

De vuelta a casa

Casi a la una de la tarde de este sábado, aterrizó en la terminal FBO del aeropuerto de Cozumel el avión en el que llegó a la isla Salvador Rocha Vargas, ex director de Seguridad Pública del estado recientemente liberado del penal federal de Nayarit. Rocha Vargas fue recibido por su familia y amigos.
Desde temprano, en la isla empezó a correr el rumor de que Salvador Rocha Vargas, ex secretario de Seguridad Pública del estado y también ex director de la policía de Cozumel, había salido libre.
No se sabía, sin embargo, si el también capitán llegaría a la isla o se dirigiría, como aseguraba la prensa capitalina en sus portales de Internet y hasta la televisión nacional citando como fuente al gobierno del estado, a la ciudad de México para “someterse a exámenes médicos”.
Alrededor de la una de la tarde, este medio pudo averiguar en exclusiva que Salvador Rocha llegaría en un vuelo a la terminal FBO (de aviación civil privada) del aeropuerto de Cozumel, donde el aparato aterrizó minutos después.
Protegido por un anillo de seguridad formado por personal vestido de civil, los primeros momentos de Rocha Vargas en Cozumel fueron para su familia y sin testigos externos.
En el aeropuerto estaban sus más cercanos familiares, su madre y su esposa, María Elena Mendoza, quienes se fundieron en un largo abrazo luego de que el hombre; más delgado, más pálido, sin su habitual bigote o barba y que caminaba apoyándose en un bastón de acrílico transparente; apareció en la escotilla y trabajosamente llegó hasta ellos.
Solamente la familia y el propio Rocha Vargas saben lo que se habló en ese primer encuentro, las cosas que se dijeron y los sentimientos que se desbordaron.
Públicamente, el capitán Rocha salió unos diez minutos después a la sala de espera de la FBO, donde le esperaban diversos amigos suyos y el consejero del gobierno del estado en materia de Seguridad Pública, Luis Alberto Pavía Mendoza, quien fue oficialmente el encargado de recibirlo.
En todo momento, cuando se le preguntó una y otra vez, tanto por reporteros como por las personas que acudían a saludarlo si guardaba rencor hacia las autoridades federales o si se sentía como una víctima o si estaba indignado porque un año y tres meses después de su detención en Chetumal, se comprobó que era una acusación infundada y se le dio el clásico ‘usted disculpe’, Rocha Vargas insistió siempre en que no, que no guardaba rencor ni se sentía agraviado ni culpaba a las autoridades de su detención porque, afirmó, quienes lo acusaron a él fueron delincuentes que intentaron abusar de la figura de “testigo protegido” y le hicieron una serie de imputaciones (que recibía dinero del narco, que protegía sus operaciones en el estado y cosas por el estilo) dirigidas a “quitarlo de en medio”.
Según su propia reflexión de los hechos, estos delincuentes que ya lo habían amenazado con hacerlo así, lo acusaron de colaborar con ellos mismos como una forma de revancha por los golpes que como secretario de la seguridad del estado, le había asestado a las mafias en el norte y el sur de Quintana Roo.
Conocedores de la legislación mexicana, estos “testigos protegidos” sabían, infiere Rocha Vargas, que las autoridades están obligadas a investigar todas las denuncias y que, tratándose de un servidor público de un área tan sensible como la suya, el procedimiento normal era detenerlo.
“Yo soy policía y sé que las autoridades de la SIEDO y de la PGR no hicieron más que cumplir con su trabajo” aseguró, e incluso dijo que de haber sido al revés, él también habría arrestado al funcionario acusado para que se investigara si era culpable o, como ocurrió en su caso, se le declarara inocente.
Respecto al tiempo que esto le tomó al sistema de justicia mexicano, Rocha Vargas insistió en decir que era “normal” y que los jueces tenían mucho trabajo acumulado que resolver y por eso se alargaban los tiempos de los procesos.
En ningún momento hizo salvador Rocha Vargas reproche algunos a quienes lo tuvieron preso por un año y tres meses en un penal a más de 3 mil kilómetros de su domicilio y su familia, sólo para declararlo inocente por considerar, finalmente, infundadas las acusaciones en su contra.
Al contrario, insistió en que apoya por completo la estrategia del gobierno federal en contra de la delincuencia organizada, dijo incluso que él estaba dispuesto a trabajar en esa estrategia si era llamado a hacerlo, aunque admitió que primero consultaría con su familia para evaluar si retoma su carrera policiaca, de cuyo expediente será retirado este proceso en el que el ex titular de Seguridad Pública del estado, fue completamente exonerado de todos los cargos, declarado inocente y en completa libertad, como consta en un oficio que el propio Rocha, llevó consigo todo el tiempo en la bolsa de su camisa.
No salió ileso el capitán Rocha de su excursión al infierno; perdió diez kilos, tiene una rodilla lastimada –dice que “de un operativo” anterior a su detención– camina con un bastón y pronto podría requerir cirugía para rehabilitar su articulación.

fuente: Por Esto!

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