4 de julio de 2012

Terrenos perderían plusvalía por aerogeneradores

Hasta el controvertido proyecto de Donald Trump, que para unos es contrario a un desarrollo sustentable y para otros significa la salvación turística y financiera del destino, pasaría a ser parte de la historia de “lo que pudo ser” en caso de aprobarse el establecimiento de las más de cien aeroturbinas en el otro lado de la isla, ya que el lugar perdería el atractivo para toda inversión turística y reduciría a Cozumel a ser un mero generador de energía para la Riviera Maya.

El proyecto “Punta Arrecifes Resort” en el que está involucrado Donald Trump, queda encerrado por el parque eólico, lo que podría cancelar esa inversión, que es incompatible con los aerogeneradores.

Ya este mismo año, el conocido millonario canceló una inversión similar en la costa de Escocia porque el gobierno de aquel país, permitió instalar aerogeneradores demasiado cerca de lo que sería su desarrollo con campo de golf y el inversionista considera que la presencia de “esas máquinas horrendas” como él mismo las llama, arruina la plusvalía de los terrenos, razón por la que incluso estudiaba una demanda contra el gobierno escocés por haberlo engañado al no informarle del plan de los aerogeneradores tan cerca de sus proyectos de lujo.
Y es que, como lo dice la propia Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada a las autoridades por la empresa interesada en el proyecto, la operación de estos aparatos gigantescos (postes de 100 metros de largo; 20 enterrados y 80 sobre el suelo; con aspas de 50 metros cada una y un diámetro de giro de 100 metros) deteriora la calidad de vida, el paisaje, la flora y fauna y, además, crea una “zona oscura” para señales electromagnéticas con diez kilómetros de ancho, con lo cual, aquella costa quedaría privada de servicios como la telefonía celular, el Internet e incluso la radio y la televisión; ¿qué clase de ‘desarrollo turístico de clase mundial’ dirigido al mercado ‘de alto poder adquisitivo’ consideraría siquiera instalarse en un lugar así?.
Si con las actuales limitantes en materia de medio ambiente, los predios en aquella zona de la isla son difíciles de comerciar y hasta ahora cuestan relativamente poco, aprobado el proyecto de los aerogeneradores ya no valdrían nada.

De estar enclavados en un paraje lleno de naturaleza, con presencia de aves y mamíferos salvajes, con árboles centenarios y de considerable altura y con una quietud silenciosa rodeándolos, sólo interrumpida por los cantos de los pájaros, pasarían a estar en medio de algo que con todo y su máscara de ‘energía verde’ es simplemente un parque industrial de generación de electricidad, con múltiples caminos de doce metros de ancho fragmentando las selvas, con interminables filas de postes para llevar la energía a la ciudad de San Miguel atravesando el centro selvático y hasta hoy virgen de la isla y haciendo un espantoso “ruido blanco” durante todo el día y toda la noche, el cual se incrementa a razón de un decibel por cada metro por segundo que aumenta de velocidad del viento, en un lugar como Cozumel donde vientos constantes de entre 30 y 50 kilómetros por hora son comunes.
Las torres además, dice el propio estudio de la empresa, tendrán un impacto en el paisaje hasta 15 kilómetros de distancia, con lo que si la isla mide apenas 14 de ancho, ¿significa esto que los aerogeneradores serían visibles incluso desde el centro de la ciudad?.

Además, el potencial y las expectativas que siempre se han tenido en esa costa de la isla para ser el futuro turístico de Cozumel, ya fuera explotando sus playas así como están: tan anchas, largas y arenosas como las mejores de la Riviera Maya, Tulum y Cancún, pero sin construcciones; o hasta por medio de un desarrollo polémico y con otro tipo de impactos ambientales como el “Punta Arrecifes Resort” de la familia Barbachano y Donald Trump, pasarían al catálogo de lo imposible.

Si se permite la construcción del parque de generación eléctrica, eso será lo único que se pueda hacer en esa costa de la isla, que perderá el resto de sus atractivos.
Sí se podrá ir a la playa, pero siempre se tendrán a la vista los gigantescos generadores -115 desde Punta Sur hasta Punta Molas-, sobre todo al estar nadando desde el mar, lo que cambiará el paisaje y alejará a buena parte del turismo que busca precisamente esas estampas que estamos por perder.

Nadie querrá invertir en esa parte de la isla y siendo esto lo único que le queda de espacio para crecer, Cozumel se verá condenado a seguir siendo un puerto de escala de cruceros para siempre, con su modesta hotelería actual y la actividad que ya se tiene en la costa occidental, pero sin crecer más y destinado ya más bien a ser el generador de energía de la vecina Riviera Maya, y su banco de materiales para cuando les vuelva a hacer falta arena.

Fuente: Por Esto!

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