21 de junio de 2011

El colmo de la mala fe Molina/Aviomar

En el colmo de la mala fe, el consorcio Molina/Aviomar intenta ahora en la ciudad de México que el gobierno federal le concesione la vieja rampa de transbordadores para no cambiarse al nuevo muelle de carga de Caletita, el consorcio intenta con esto evitar la posibilidad siquiera de la competencia en el transporte de carga y al mismo tiempo afectar al muelle SSA México y detener sus planes de ampliación todo cuanto sea posible mientras negocian con Royal Caribbean para llevarse los barcos a su propio muelle, el Punta Langosta.

Desde hace dos semanas, Roberto Chami Lizárraga, personero del voraz consorcio yucateco, se encuentra en la capital de la República tratando de obtener la concesión de la vieja rampa de ferrys, de la que el consorcio simplemente se niega a mudarse, dejando en ridículo al gobierno del estado y en el desuso unas instalaciones de 180 millones de pesos.

Sin embargo, ese espacio ya fue concesionado hace tiempo a la empresa Stevedoring Services of America, conocida por su sigla SSA México, la cual también opera el muelle de cruceros más grande del país, que es precisamente el de Cozumel, el cual es el único que puede recibir, incluso de forma simultánea, a los cruceros de última generación de la empresa Royal Caribbean los Oasis of the Seas y Allure of the Seas, que juntos comparten el primer lugar como los barcos de pasajeros más grandes de la tierra.

SSA México obtuvo la concesión sobre el recinto portuario que ocupa aún la vieja rampa de ferrys, ya que lo permutó al gobierno a cambio de construir la nueva terminal de carga, con lo que para quedarse con un predio y un derecho portuario valuados en 150 millones de pesos, SSA construyó una terminal que costó más de 177 millones de pesos: el nuevo muelle de Caletita.

A pesar de ello, el consorcio Molina/Aviomar está ahora tratando de mover sus influencias en el gobierno federal para quedarse con la vieja rampa y lograr así un movimiento maestro que, según sus planes, dejaría en el desuso las nuevas instalaciones de la Apiqroo al tiempo que impide los planes de expansión de SSA México, que quiere ampliar el ancho de su pasarela de acceso utilizando el área donde está la rampa y ampliar su área comercial sobre el predio donde estaban las viejas oficinas de la Asociación Portuaria Integral, API, ya desalojadas.

Suponen que así, harían volver a los barcos de Royal Caribbean International (RCI)a su propio muelle el Punta Langosta, para lo cual, el pasado domingo se reunieron en Cozumel con Mike Ronan, directivo de RCI, a quien ofrecieron grandes descuentos en los precios de los servicios del muelle si cambia para allá sus operaciones.

No le dijeron a Ronan que sus barcos más grandes nunca podrán llegar a ese muelle porque debido a su ubicación geográfica, estorbarían el cono de aproximación del aeropuerto de Cozumel, razón por la que se le han negado todos los permisos de ampliación que ese muelle ha solicitado desde el año 2000 a la fecha y se los seguirán negando mientras el aeropuerto exista.

A pesar de todo ello, el consorcio sigue con su estrategia pues siente sus intereses afectados al tener que mudarse al nuevo muelle y con eso, además de dejar de obstaculizar el crecimiento de su competidor SSA México, se arriesga a lo que más teme, la libre competencia en el mercado del transporte de carga al tener el nuevo muelle no una, sino dos bandas de atraque.

El gran pretexto que se les ha ocurrido es negarse a operar en el nuevo muelle porque según ellos, sus barcos correrían grave peligro si a la hora de acercarse al puerto perdieran la propulsión de todas las cuatro máquinas que tienen cada uno –algo casi imposible- tuvieran que echar el ancla y esta se pudiera enganchar con los cables submarinos de la CFE que traen electricidad a la isla, cuya posición conocían desde hace por lo menos tres años sin que nunca hayan objetado nada.

Tampoco la CFE ha considerado riesgo alguno en la operación del muelle, pero de acuerdo a la Apiqroo, de ser ese el problema, se impondrá el uso de remolcadores y asunto arreglado.

Lo llamativo de todo esto es que, tan preocupados por la seguridad de su barco, no les importe seguir operando entre dos muelles de cruceros repletos de personas, donde un accidente como el que temen no sólo arrancaría cables, sino que sería más serio al estrellarse el ferry a la deriva contra los cruceros, con el riesgo incluso de que explote su carga, entre la que hay enormes pipas cargadas con gasolina, turbosina y otros combustibles

Fuente: Por Esto!

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